Bajo ciertas condiciones, una tempestad tropical puede crecer y convertirse en un huracán masivo. A veces, varias tempestades comienzan a girar alrededor de un área central de baja presión. Esto se llama depresión tropical. Si la depresión se consolida y los vientos alcanzan por lo menos 39 mph, se llama tormenta tropical. Y si las velocidades del viento aumentan a más de 74 mph, se llama ciclón o huracán tropical.
Una vez que están formados, los huracanes toman energía del agua caliente del océano para hacerse más fuertes. Una tormenta cobrará fuerza si hay una fuente de aire caliente y húmedo para alimentarla. El aire caliente y húmedo se encuentra sobre las aguas calientes del océano tropical. Mientras un huracán está sobre el agua caliente, continuará creciendo. Un huracán muere cuando se aleja de las zonas tropicales. Cuando un huracán se traslada a áreas con aguas oceánicas más frías, éste se debilita. También se debilitará si se desplaza tierra adentro.
La rotación de la tormenta se debe al efecto Coriolis, producto de la rotación de la Tierra. Esto hace que se curve el aire que es succionado dentro de la presión baja central. El aire entrante debe ir a alguna parte, de manera que sube a medida que gira. Este aire en ascenso, se satura con agua, se refresca y se condensa, y forma nubes. Los huracanes no ocurren dentro de 300 millas (500 kilómetros) del ecuador porque no hay efecto de Coriolis en el ecuador.
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